Los alcohólicos son personas que en el fondo disfrutan la bebida y sobre todo la forma en la que les hace sentir. Beber los ayuda a relajarse, a ser socialmente más atrevidos y también a evadir sus emociones y las partes incómodas o dolorosas de su realidad.
En la otra cara de la moneda, encontramos a las personas que son aficionadas a este perfil y que en alguna parte de su infancia aprendieron a cuidar y estar al pendiente de los demás, de sus necesidades y comportamiento. Estas personas son conocidas comunmente como codependientes.
Cuando estas dos formas de ser se encuentran, por algún tiempo tratarán de cubrir las necesidades del otro. En palabras sencillas se entabla una relación en donde uno está bien siendo como es; y el otro está convencido de que debe cambiar para mejorar.
Con el tiempo, la relación se irá desgastando por su propia naturaleza. Ante el temor a la soledad o a enfrentar el “fracaso de la relación”, uno o ambos prometen cambiar. Ya sea para dejar de beber o que no insistirán más en hacer que el otro cambie.
¿A quién le gustaría estar con alguien que constantemente juzga nuestros actos, nuestras preferencias y lo que disfrutamos? y ¿a quien le gusta estar en una relación con alguien a quien hay que supervisar para que se regule, se modere o para que no se haga daño?. Estas relaciones existen y perduran en el tiempo generando resentimiento, abuso y mucha frustración.
Si tienes una relación con alguna o varias de estas características, acércate a nosotros. Las adicciones y la codependencia pueden tratarse y liberarnos del sufrimiento y una vida que no merecemos.
Todos somos dignos del amor, en primer lugar del amor a nosotros mismos.
No sólo tu quieres o necesitas amor. Empieza por establecer una relación de amor contigo mismo para que puedas recibir de los demás, lo que ellos tienen para darte.
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